Cae el sirimiri al crepúsculo, junto al postrero día y a la petulancia con la que caminan los ligeros de paraguas, apagando lenta pero incesante la bruma creada por los autos que atraviesan el chaflán de mi vivienda.
El agua lo gobierna todo, cambia y dirige destinos, regenta patios, preside balcones y maneja ríos por oscuras fachadas; cae de lado próximo a mi ventana, el alféizar repele el ligero acoso y deja sólo entrada a bocanadas de aire renovado y fresco.
Él es patrón de tardes muertas, de halagos y agasajos por su fría estampa, de aficiones y reuniones, de postales y rendiciones.
El agua lo gobierna todo, cambia y dirige destinos, regenta patios, preside balcones y maneja ríos por oscuras fachadas; cae de lado próximo a mi ventana, el alféizar repele el ligero acoso y deja sólo entrada a bocanadas de aire renovado y fresco.
Él es patrón de tardes muertas, de halagos y agasajos por su fría estampa, de aficiones y reuniones, de postales y rendiciones.
1 comentario:
Me encanta la lluvia. Y esa sensación fria cuando cae por mi cara... y el sonido que produce al impactar en el cristal de mi ventana, o en el paraguas... Ay, como me gusta la lluvia.
Un beso.
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