martes, 16 de febrero de 2010

Creo yo


Secuestra mis sueños,
ablanda mi genio,
consigue hacerme ambicionar
y aplasta mis remordimientos.
No figura entre mis anhelos
pero no fallece en mis deseos.
No hay perjuicios para disfrutar
ni salida para mi poca sanidad.
No existe un no ni un jamás,
no un después sino un ahora.

(No lo sé, es lo que me vino a la cabeza al saber que ya no estabas.
Y también una frase: "el amor es sólo un equilibrio de egoísmos")

jueves, 11 de febrero de 2010

En tablas

Situaciones tensas, risas amortiguadas, susurros cariñosos, manías desatadas. Esperaba que esas fueran las únicas dudas que el día le iba a causar, pero cómo adivinar que las cosas nunca son como habían sido pensadas... En la radio se escuchaba la bajada de la bolsa y no podía dejar de sorprenderle como eso pudiera afectarle de algún modo, habiendo endiosado a propios y ajenos, a cualquiera que hubiera encadenado negocios con él. Irrumpía la duda de que camino era el adecuado para encauzar el rumbo y nada le hacía presagiar un cambio tan brusco; había que sofocar el incendio que se adueñaba de su sistema nervioso y eso no era lo peor, lo pésimo de la situación era que le producía cierto morbo encontrarse en ella, o mejor llamarlo atracción, porque era evidente que el problema se había materializado, estaba justo delante del disgusto y de la solución, si sabía como manejarlo saldría airoso.

lunes, 1 de febrero de 2010

Saboreando


"Debió pensar que ya no vendría, sacudido por los rayos que iluminaban las sombras del exterior su casa era el amparo perfecto para él. El cigarrillo que ardía entre sus labios, la falda tirada en el galán, las imágenes que surcaban sus reflexiones, todas eran virtudes anheladas por su supuesta indiferencia. Había sahumado la habitación y todo estaba impregnado, incluso el gato parecía tener ese mismo olor que aún no sabía porque le recordaba tanto al color ocre; su respiración era ausente, sus movimientos lentos, calmosos, la ventana que le mostraba el edificio de enfrente tenía hoy la persiana cansada, y en cambio todo alrededor de ella parecía tener vida. El cine que habían cerrado hacía unos meses se levantaba enfrente del balcón como un gigante en descomposición, y ella tenía el semblante serio, aunque se esbozaba en su mirada una sonrisa cómplice, familiar para todo aquel que hubiera trasnochado algún día junto a ella; la botella que adornaba la mesita invitaba a ser desvirgada, pero el desconocía aún las intenciones de la dueña, así que tomó asiento y se dispuso a malgastar el tiempo que había pensado en dedicarle a otra."