miércoles, 27 de octubre de 2010

Borré cintas, recuerdos futuros, navegué en gárgolas de esperanza, superé el hechizo de la mirada y aún así caigo, caigo en mi, en ti, en la vejez que me llama a regañadientes, dulce pasado que te acerca al venidero; receto visitas a mi complejo entorno, me despojo de los guantes que confunden tacto con presión, agrupo minutos, recibo y no doy, y quiero y no puedo, y no es suficiente. Luces apagadas, persianas bajadas y sillas medio agrupadas, el intento es cerrar y lo que hago es abrir, abro destapando el día, rasgando el otoño y horadando la noche, única manera de caminar insomne y sincero.
La lluvia cesó sin avisar, sin resquebrajar mi mirada, apenas empapó el barandal y anidó en la azotea.