Borré cintas, recuerdos futuros, navegué en gárgolas de esperanza, superé el hechizo de la mirada y aún así caigo, caigo en mi, en ti, en la vejez que me llama a regañadientes, dulce pasado que te acerca al venidero; receto visitas a mi complejo entorno, me despojo de los guantes que confunden tacto con presión, agrupo minutos, recibo y no doy, y quiero y no puedo, y no es suficiente. Luces apagadas, persianas bajadas y sillas medio agrupadas, el intento es cerrar y lo que hago es abrir, abro destapando el día, rasgando el otoño y horadando la noche, única manera de caminar insomne y sincero.
La lluvia cesó sin avisar, sin resquebrajar mi mirada, apenas empapó el barandal y anidó en la azotea.
Hace 10 años
1 comentario:
Tiró la toalla, abandonó una vez más, el balanceo de posibilidades en mente estalló. El resultado aún estaba por darse a conocer. Miedo, ¿y qué?, nadie vendría a socorrerlo, ¿por qué?
Dejó de descansar en el pasado, lo abrazó, lo besó una vez más y por fin lo dejó atrás. Nada sería igual. ¿Y ahora?, ¿Qué habrá allí, dónde las sombras definen formas?, ¿dónde la claridad se percibe a oscuras?.
Oportunidades que no se ven o no se quieren ver, prestar atención, un gesto, una palabra puede cambiar el escenario de nuevo, solo hay que prestar atención y saberse dejar llevar. Sin barreras, sin obstaculos, querer vivir, vivir de nuevo.
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