lunes, 1 de febrero de 2010

Saboreando


"Debió pensar que ya no vendría, sacudido por los rayos que iluminaban las sombras del exterior su casa era el amparo perfecto para él. El cigarrillo que ardía entre sus labios, la falda tirada en el galán, las imágenes que surcaban sus reflexiones, todas eran virtudes anheladas por su supuesta indiferencia. Había sahumado la habitación y todo estaba impregnado, incluso el gato parecía tener ese mismo olor que aún no sabía porque le recordaba tanto al color ocre; su respiración era ausente, sus movimientos lentos, calmosos, la ventana que le mostraba el edificio de enfrente tenía hoy la persiana cansada, y en cambio todo alrededor de ella parecía tener vida. El cine que habían cerrado hacía unos meses se levantaba enfrente del balcón como un gigante en descomposición, y ella tenía el semblante serio, aunque se esbozaba en su mirada una sonrisa cómplice, familiar para todo aquel que hubiera trasnochado algún día junto a ella; la botella que adornaba la mesita invitaba a ser desvirgada, pero el desconocía aún las intenciones de la dueña, así que tomó asiento y se dispuso a malgastar el tiempo que había pensado en dedicarle a otra."

4 comentarios:

13 sonrisas dijo...

:)

sublime...
que tengas un buen día

Anónimo dijo...

Genial!Pq lo describes fácil y a la vez te engancha! Quiero maaas...

Anna dijo...

A veces vale la pena malgastar el tiempo si te encuentras relatos así! Un placer pasar por aquí!

13 sonrisas dijo...

es verdad...

sublime