lunes, 25 de abril de 2011

Sopesando las frases que había pronunciado estando ayer de cháchara notó que ninguna le había lastrado más que la de tener que admitir que el liberalismo se había apropiado de su reloj, del cambio matutino de camisa y de su apestosa y refrescante colonia que le embadurnaba del cogote hasta las orejas, meditó en aquel momento huir de las pachangas caseras en las que se encorsetaba domingo tras domingo, de desertar del tránsito diario y de sofocar las sempiternas charlas que aborrecía su conciencia sin parar.
Todo surgió al hurgar en su bolsillo y descubrir el cargo de la compra relleno de frases inconexas solo enlazadas en su mente, le extrañaba el capricho de escribir sin la pachorra que la caracterizaba, y debía de ser así porque sus ideas surgían y zarpaban bruscas, así que retomó el pescado que tenía a medias y se encomendó a sus pétreos ideales, pendiente de que algún día quizá próximo tomaran vida en forma de inflexión.

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