sábado, 10 de agosto de 2013


                                   

Es curioso cómo nos moldeamos conforme cambian nuestros gustos, preferencias y experiencias.
Incluso más aún, la forma en como se cocina el cambio. Pequeñas y silenciosas revoluciones dentro de nuestra mente que marcarán para siempre nuestras vidas. 
Un día nos acostamos ignorando a la niña que se sienta a nuestro lado en el colegio para volvernos perdidamente locos por ella al día siguiente, o aquel momento en el que dejamos de tener bronca diaria con nuestra madre por no comernos el pescado o las lentejas, o cuando nos sorprendimos deseando que no hubiera llegado nunca el fatídico momento en el que pasó de sabernos la cerveza a orín a consumirla a litros…
Hoy sucumbo a mis gustos, a la experiencia y la paciencia, a los que ayer murieron y a los que hoy subyacen aún en mi, pero sobretodo a los que nacen y me cambian a poco, muy a poquito a poco.

Ayer volví a nacer... ha sido un parto duro, acuoso, de lucha desmedida por volver a respirar, por seguir inhalando lo que algunos no constatan, nos iremos en cualquier momento.




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