domingo, 26 de septiembre de 2010

Sin más

Se fijó en el semáforo desde la ventana y advirtió que alternaba sus quehaceres a la par que él, la única diferencia estribaba en la velocidad ya que la movilidad que experimentaban los dos era nula. Rasuró el tiempo de espera hasta la cena con libros de alquiler y misterios de vidas pasadas; las laminas de fina cera que alumbraban la entrada despojaban la oscuridad a regañadientes, cuadros de capa dura y algún recipiente sin más decoración que el cristal eran las únicas referencias a simple vista que el comensal podía ver al llegar.
Pisó el mantel con su irreemplazable búcaro y puso asedio a los fogones mientras esperaba el timbre sonar...

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