lunes, 26 de julio de 2010

Desoigo las últimas llamadas de la noche, afronto el reto y lo propago dentro de mí, me da miedo quedarme a medias. Agito las malas compañías mientras juego a beberme mis placeres y empino el codo para recordarme que ayer lo hice y quizá mañana reincida.
Trunco guías de sostén para mis pequeños achaques y sé que eso no va a cambiar, susurran las últimas voces en la lobreguez de la travesía y ya sólo me oigo hablar cuando me miro desnudo frente al espejo, mientras me queden risas por explorar, mientras no se me agote el sentimiento.
La mudez que todo lo envuelve me acaba envolviendo a mi, acaba por engullir todas las voces, traga chillidos, engulle quejas, y deja indiferentes a los transeúntes sin destino. Intento cambiar fechas a mi antojo, frases mal pronunciadas o fichas mal archivadas.
La tinta que expando a golpes de pulmón no es más que una caricia a mi destino, es granjearme puertas entornadas, facilitar huidas sin peligro y reconocer salidas a domicilio.

“No somos enemigos, sino amigos, no debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos. Las místicas cuerdas del recuerdo resonarán cuando vuelvan a sentir el tacto del buen ángel que llevamos dentro.” Abraham Lincoln

viernes, 2 de julio de 2010


Como si ya no pudiese caminar, permanecía erguido, apuntalado junto a la puerta, las manos ajadas de laborar sostenían escondida la botella etiqueta negra que tanto le gustaba, la camisa de pana arremangada mostraba el gusto por mantener liberadas las muñecas; sombrero de fausto recuerdo y grandes paraderos; los surcos de vida se dibujaban aún en las hendiduras del maltrecho rostro; fumaba a oleadas, como fuman los que lo hacen por virtud y no vicio, por ende como las olas que se dibujan al salir el humo disparado de los labios.
A resultas de todo era una persona asertiva y eso le concedía el mínimo crédito, el indispensable para saber que el tiempo aún jugaba a su favor; nuestro hombre guardaba el silencio que no robó a la tarde, y eso a esas horas del ocaso era todo un océano por explorar.