viernes, 23 de abril de 2010


Desató su rabia al observar que el invierno aún pernoctaba en la cornisa, continuas borrascas y escarcha al despertar eran síntomas de que algo que tenía que cambiar no lo hacía. El inmenso mural que cubría la pared superior de la cama suponía la mejor vía de escape a todo ello, un paisaje de otoño idílico que desprendía calor a todas horas, al igual que la antorcha de madera que hacía las veces de lámpara al entrar.
Hacía días que deseaban perderse de vista mutuamente, sin embargo las largas conversaciones habían valido el sacrificio, señales de aceptación, insinuaciones varias y susurros continuos en salas vacías eran todo un ademán para proseguir el encuentro, quién sabe si fructífero al fin.
-Qué es lo que quieres ya?
-Dame sólo lo que te queda de mí, si no quisiera que me encontraras, jamás me habría tomado la molestia de guiarte hasta aquí...

1 comentario:

Anónimo dijo...

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