domingo, 20 de mayo de 2012

Invadido por la sensación de desatino general, de que todo se reduce a inspirar y expirar, a la dulce voz que te llama desde un cuarto, a un huracán, a vidas dependientes de miedos independientes que aceptaron manejar lo ingobernable, lo que nunca tuvo precio, lo que debió ser un derecho; de remar por dunas de candente historia, por archivar años o siglos sobre lo venidero, por ciénagas que alumbran mis atormentadas madrugadas, lodazales que impiden a tanta gente avanzar.
Me invadió esa sensación ayer, ayer cuando nací y no pude pensar en nada más que remar, en bogar a orillas de mis pensamientos.